24/10/13

Bruxelles, une capitale pour rire (4)

Pero en Bruselas no todo son camareros bordes, calles sucias y una burocracia sin esquemas. Antes de venir no hacía más que oír que esta era una ciudad aburrida, que en invierno estaba muerta y no había nada que hacer. Todo lo contrario. Aquí hay mil y un festivales, actividades culturales, conciertos...no hay fin de semana que no haya al menos un evento, si no es más de uno y ya no sabes ni a cual acudir. Para muestra, ahí van unos cuantos: Les apéros urbains, Antitapas, la Nuit blanche, la Semaine de la mobilité, el Festival del comic, Beer weekend, la semana del chocolate, Bruxelles les Bains, Vintage market, la Fète de la Wallonie, Fête de l'Iris, los picnics urbanos, los apéros en el rooftop del parking 58, Brussels film festival, Maratón de Jazz, Museums nocturnes, Brussels summer festival, el día del orgullo gay, les Plaisirs d'hiver, le Zombie day, la feria de Midi, Welcome weekend, Journées du Patrimonie, la Fête de la musique, la Fête nacionale, Ballon's day parade, el día de buscar huevos de chocolate... y los que me dejo. ¿Aburridos?

Esto se suma al montón de bares, restaurantes y discotecas. La gastronomía belga no es súper elaborada ni extensa, pero tienen platos de carne (a la cerveza) muy buenos y también puedes encontrar restaurantes de comida de cualquier parte del mundo. Además les gusta cuidar la estética de los locales y solo la decoración, el ambiente, la música hacen que merezca la pena entrar y tomarte algo. Cada uno con un estilo según lo que te apetezca ese día, una vuelta a principios del siglo XX, algo más minimalista, decoración con objetos recuperados… aquí encuentras lo que quieras.

Adoro todo lo que sea de segunda mano. Este es el paraíso de las antigüedades, los brocantes, las tiendas y mercadillos de segunda mano y el vintage. Todo se reutiliza. Si quieres deshacerte de algo, vas a les Petits Riens y lo donas y de paso te compras un mueble monísimo por 5 euros. Cada barrio hace su mercadillo al menos una vez al año (broncantes) y la gente sale a vender sus cosas viejas, pero no hace falta esperar tanto porque todas las mañanas en la plaza de Jeu de Balle hay mercado (el paraiso de las teteras y los platos). Que quieres dejar de ir vestida como todas las niñas de 15 años, te vas a Think Twice Ttwo o Vintage per kilo y te compras un jersey de los años 80 o una falda setentera. Una tarde te aburres, pues entras en la tienda de enfrente de Notre-Dame de la Chapelle y te pierdes entre su laberinto de trastos de otros siglos. O pasas las horas buscando entre libros viejos, discos y películas en el Pêle-mêle. Todo vale y todo es susceptible de ser transformado.

La arquitectura es otra de las cosas que me obsesionan. Intento observar todas las casas mientras paseo (por eso puedo caer en una zanja o tropezarme con un adoquín suelto, típico). Son estrechas y alargadas, y todas distintas. Unas más sencillas y algunas recargadas al máximo. Además hay montones de edificios Art nouveau (¡gracias Víctor Horta!), autenticas obras de arte con preciosas vidrieras, dibujos en las fachadas, aceros forjados en espiral... Nunca está de más salir a explorar nuevas calles y barrios y descubrir sus "maisons de maître".



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¿En qué estrella estará mi dulce corazón?

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