15/9/14

Bruxelles, une capitale pour rire (5)

De nuevo ha salido el sol en Bruselas, septiembre es un mes de buen tiempo por aquí (a diferencia de agosto). En cuanto los rayitos hacen su aparición, la ciudad cambia su cara. Cambian los grises de las fachadas a vistosos colores y los parques son más verdes, pero lo más destacado es que la gente sale en tropel a la calle. Este es un mes repleto de eventos de esos de los que ya hablé, aparte de que muchos barrios aprovechan para hacer sus brocantes anuales, donde los vecinos sacan a la calle toda clase de cachivaches y ropas de tiempos “mejores”. Este fin de semana que viene toca el de mi barrio, a ver qué nuevas adquisiciones puedo encontrar.

Hay que aprovechar estos últimos coletazos del verano y el comienzo templado del otoño, y las plazas se llenan. Existe una agenda social no oficial (o super oficial, según se mire) para elegir a que plaza/barrio ir cada día de la semana. Los miércoles hay que ir a Place du Châtelain, donde la policía corta las calles aledañas a los bares para que la gente pueda estar bebiendo fuera. Los jueves el sitio en el que hay que estar es Place du Luxembourg. Mucha gente de la comisión (y becarios) a la salida del trabajo y sin cambiarse se encaminan hacia allí para hacer lo mismo que los miércoles, beber en la calle y lucir traje y corbata, aunque algunos digan que allí a lo que se va es a hacer contactos (ya me gustaría saber a mi qué clase de contactos son esos). Sainte-Catherine es la mejor opción para ir los fines de semana al mediodía y tomarse un vino blanco y unas tapas de pescado en el Mer du Nord en plena plaza. Y para un domingo de sol, Vintage market en el mercado y algo de postureo hipster en una terraza de Saint-Géry. Aunque para tomarse algo al sol hay muchas opciones más, siempre puedes ir al Parvis de Saint-Gilles o a Flagey y tomarte una (o dos) en el Café Belga en una de las hamacas que ponen fuera.

Pero no solo de terrazas en verano vive el bruselense, también hay terrazas en pleno invierno (y repletas en Saint-Géry sea la época del año que sea). Esto no es como en España que en cuanto sopla una ligera brisa que requiere una chaquetita ligera nos metemos todos dentro de los locales a resguardo. Aquí mantienen las terrazas todo el año. No hay nada que de más gustito una noche de invierno que estar en una terraza con tu calefactor abrasándote la cara y un toldo protegiéndote de la lluvia, incluso de los copos de nieve, cosa que ya experimenté el primer invierno.

Si para disfrutar de nuestro tiempo libre preferimos algo que se aleje del asfalto, tenemos mil y un parques donde ir a hacer un picnic, bebernos unas cervecillas, unirnos a algunos “runners”, o simplemente tirarnos a la bartola en el césped junto a un lago. Dicen que esta es la capital de Europa con más parques urbanos, o eso decía mi profesora de francés, no voy a ponerlo en duda… Muchos sí que hay, más cuanto más te alejas del centro, aunque a los urbanitas bruselenses del pentágono de pura cepa siempre nos quedará el Parc Royal para ir a echar unas partidas al Trivial. Tenemos pequeños parques escondidos entre los edificios a los que se accede a través de pasajes entre un portal y otro y que dan paso a auténticos oasis de verdor en medio de la urbe. Y luego tenemos parques enormes al sureste de la ciudad como el de Woluwe o el Bois de la Cambre con su lago y la cabañita de madera que hay justo en medio, que acaba convirtiéndose en un bosque inmenso que llega casi hasta Waterloo, el Forêt de Soignes. Hace dos días estuvimos haciendo un recorrido por la zona de Tervuren en un tranvía de los años 30, y pudimos disfrutar de la vista de muchos de estos parques hasta adentrarnos en pleno bosque, es un gustazo ver como la vía se interna entre los árboles. Fue muy bucólico, y eso también es Bruselas.

Ya llevo dos años (y 15 días) aquí.

¿En qué estrella estará mi dulce corazón?

¿En qué estrella estará mi dulce corazón?