26/12/11

Viajes 2011

Han sido viajes "en un arrebato" los de este año. Decir "tengo que ir a..." y coger el billete sin pensarlo demasiado. Así empezó, regalando unos vuelos a Verona volví a Italia, y gracias a eso pude redescubrir Venecia, esta vez entre la niebla, comer las mejores pizzas, empaparme del espíritu de los amantes italianos. Otro arrebato, uno de esos "si no lo hago ahora, no lo hago nunca", por que...¿y si se acaba el mundo? Entonces no me habría pateado calles y calles de Manhattan, no hubiera subido a lo alto del Empire State y a aquella azotea desde la que lo observábamos iluminado una noche de luna llena, o no hubiese visto el atardecer desde Brooklyn. Nunca hubiera visto esa noche tan iluminada en pleno Times Square. Una tarde aburrida en la buhardilla mirando webs de viajes a cualquier destino se me metió otra ciudad en la cabeza: París, ya había esperado muchos años ese momento ideal que nunca llega, y en un "venga, ¿cuando te viene bien?", nos embarcamos. Nada más llegar, Montmartre, La Torre, y París iluminado. Luego el empedrado de las calles, el Sena, los cementerios bajo la lluvia, Hemingway y las cervezas en el bar de Amelie. Incluso ver desde el avión la torre Eiffel iluminada con sus  "estrellitas parpadeantes". No me defraudó, y ahora SE (no me lo imagino como hacía antes) que quiero volver, y lo haré.

Si no hubiera dejado de pensar en que no tenía trabajo, en que hay que ahorrar (¿ahorrar para que?), jamás me hubiera ido, como les pasa a muchos. Esperamos, no sabemos a qué, para vivir y conocer, y no entendemos que donde más se aprende es en el camino. Tememos que algo o alguien nos castigue por no quedarnos esperando a eso que tiene que llegar y salgamos fuera a disfrutar. Es lo único que nos queda ya en un mundo como este, y aún hay gente que no se atreve, que espera inmóvil. 


Al hacer un viaje únicamente me he arrepentido de no haberme quedado más, de no haber descubierto más rincones que formen parte del mapa que hay en mi memoria. Y por eso con mi última vuelta conseguí una cosa: despertar mi deseo latente de vivir en otro lugar.

24/12/11

Los días raros

Los odiaba. Por nada concreto, solo porque durante mucho tiempo les había escuchado en bucle todas las noches de Club de amigos, acaba el cd y lo volvían a poner, una y otra vez. Eso mezclado con el alcohol y mucha gente entre aquellas paredes hacía que todo girara muy melancólicamente, y la voz que cantaba se me antojaba lo más triste del mundo, más que yo. Un concierto, otro, y al tercero me quedé muda, escuchando entre un montón de gente que cantaba, bailaba y bebía sin parar porque esas canciones ya eran suyas. Ahí empecé a escucharles. Eran mis canciones, las que debería haber gritado antes.
Este diciembre he ido a uno de sus conciertos por mi propio pie, sin dejarme arrastrar, y nada más comenzar me quedé muda de nuevo, escuchando esto. Esta es mi canción de Navidad, porque son días raros.

Ábrelo, ábrelo despacio.
Di, ¿qué ves?. Dime, ¿qué ves? ¿si hay algo?;
un manantial breve y fugaz entre las manos.


Toca afinar, definir de un trazo 
Sintonizar, reagrupar pedazos 
en mi colección de medallas y de arañazos.

Ya está aquí 
¿Quién lo vio bailar como un lazo en un ventilador?
¿Quién iba a decir que sin carbón no hay reyes magos?

Aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros,
los destaparemos en la intimidad con la punta del zapato.

Ya está aquí 
¿Quién lo vio bailar como un lazo en un ventilador?
¿Quién iba a decir que sin borrón no hay trato?

El futuro se vistió con el traje nuevo del emperador
¿Quién iba a decir que sin carbón no hay reyes magos?

Nos quedan muchos más regalos por abrir,
monedas que al girar descubran un perfil.
Ya empieza el celofán, y acaba en eco.

Vetusta Morla

5/12/11

Irlanda

En menos de un mes viajaré a la Isla Esmeralda, de nuevo voy a cumplir otro de mis sueños (síii, últimamente muchos de mis sueños se hacen realidad después de años de sequía), vivir en otro país. Ya tengo el billete, la casa, el trabajo y los sueños.


Me atrevo, me voy, no hay miedo, ¡voy a hacerlo!

Improvisando un plan

Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma y no me atreví a acercarme hasta que supe que no tenía nada que perder. Y me miraste, y te hablé, nos reímos y salimos de allí colgados el uno del otro. Desde entonces no ha importado lo que haya sido antes, la chica tímida que no se atreve a hacer nada por miedo a que algo no salga como ella cree. Porque tengo que confesarte que ya me gustabas mucho antes, te había visto muchas veces y nunca pensé en hacer nada más que eso, mirarte. Esto debe sorprenderte, lo sé, tú que siempre dices que soy una loca, que no me paro a pensar en nada, que cada día te sorprendo con una nueva aventura... 

Te he pedido tanto, y tú siempre me has complacido. Esa primera noche te dije que te quería solo para mí. “Desde este mismo instante seré tuyo para siempre”. Todo me daba vueltas, mi noria empezaba a girar a un ritmo frenético que ni tú ni yo hemos parado nunca. En tan poco tiempo hemos vivido muchas vidas, yo te proponía algo y tú no lo pensabas, siempre has dicho sí. Con tú sí yo he dicho sí a mi vida. 


Recordarás la única vez que me viste llorar. Tú estabas agarrado a tu guitarra y me pediste que me sentara, dijiste que tenías algo para mí. Nadie me había escrito una canción. Nunca te lo había pedido y tú lo hiciste, no lo había planeado ni sabía que algo así podría ser para mí, y sin embargo es lo que más feliz me ha hecho. Ni todos los besos, abrazos, lugares, locuras, sueños que hemos compartido se pueden comparar a la única cosa que yo no había ideado, una canción. Y me la has regalado tú.


Siento no haberte dicho toda la verdad, pero no quería que hicieras lo que yo deseaba solo por compasión, quería que fueras libre de elegir sin nada que te condicionara para amarme. Siento haber desaparecido, eso tampoco he podido evitarlo, o tal vez sí tenía alguna oportunidad, pero eso hubiese significado no habernos conocido nunca, y yo lo deseaba con toda mi alma.


Deseé que fueras tú, deseé tenerte, deseé que me acompañaras, deseé ser atrevida, deseé viajar, deseé volar, deseé olvidar, deseé vivir, deseé amar…, y tú has improvisado el mejor de los finales. 




¿En qué estrella estará mi dulce corazón?

¿En qué estrella estará mi dulce corazón?