6/10/13

Bruxelles, une capitale pour rire (2)

Paseemos por el empedrado. La mayoría de las calles están empedradas, como antiguamente, que bonito, que aire del pasado, te sientes como transportado a otro siglo en el que los coches de caballos poblaban las calles y... ¿cómo consigo llegar del punto A al punto B sin destrozarme las plantas de los pies, torcerme un tobillo y romperme tres dientes? No hay día que no tropiece una o dos (o tres y cuatro) veces y llegue a casa con la punta de los zapatos medio rota y levantada. Llevar tacones aquí es algo que casi ni me planteo ya, y  me asombra la capacidad que tienen las autóctonas para llevar taconazos de infarto y a pesar de ello nunca se les quede uno atrapado entre dos adoquines, y que anden con esa rectitud y dignidad que yo pierdo a cada paso.

También tienes que sortear las obras. Preservar ese empedrado es difícil, cada día se abre un nuevo agujero, se tienen que poner los adoquines uno a uno, con toda la paciencia del mundo. A lo lejos ves nuevas vallas con rayas amarillas y azules en la esquina. Les gustan las obras, es una ciudad interminable, nunca estará completa, nunca se acabarán los arreglos y los parches. Y no empezarlas también es un hobby, ellos plantan las vallas y ya veremos cuando empiezan. Los andamios del palacio de justicia llevan puestos desde hace más de 20 años y allí siguen, oxidándose.

Otro "must" belga: pagar para ir al baño. Yo creía, inocente de mí, que hacer tus necesidades en un lugar medianamente higiénico era un derecho. Vale sí, nadie pone baños en mitad de la calle por amor al arte, mantenerlos cuesta, cuanto menos, esfuerzo. Pero de toda la vida tú has ido a un centro comercial a comprar y has podido pasar al baño (gratuitamente), o has ido a un bar a tomarte una caña y cuando tu vejiga no ha soportado más te has ausentado un momentito para ir al excusado del fondo a la izquierda. Incluso en la estación de Atocha a las 5 de la mañana cuando volvías de darlo todo a coger el primer tren corrías al baño asqueroso que hay donde el invernadero, y que era gratis (porque vamos a copiar esta cosa súper-ultra-mega moderna y europea en Madrid). Pero aquí, en el país de la cerveza, cuando ya llevas una Chimay y la Jupiler de después porque dos Chimay a 4 euros no te lo puedes permitir, vas al baño ¿y qué te encuentras? un cartelito que dice que orinarás previo pago de 50 céntimos y un/a señor/a ofreciéndote un trocillo de papel higiénico. ¿Los 6 euros que me acabo de gastar en cerveza no me dan derecho a devolverla convertida en aguas menores? Lo mismo te pasa en estaciones, centro comerciales, etc, etc, etc... Bueno no en todos los sitios, ya tengo fichados unos cuantos sitios free-piss.

El que no sea tan fácil encontrar un sitio donde orinar hace que las noches del fin de semana las calles sean un auténtico "meadero" apestoso, y estoy harta de bajar el domingo por la mañana, abrir el portal y que me reciba una oleada de olores nauseabundos y charquitos en el suelo. Para intentar evitar esto hay una serie de urinarios públicos por la ciudad, en sitios muy estratégicos como el lateral de una iglesia o el centro de una plaza, de los que salen ríos de orina, que huelen y que por supuesto solo son para hombres ¿las mujeres no hacemos esas cosas?

Aquí la gente que trabaja cara al público no ha oído en su vida eso de de que "el cliente siempre tiene la razón", es más, para ellos debe ser algo así como "el cliente es el enemigo, trátale lo peor que puedas". Los camareros, funcionarios, trabajadores del transporte público... son mundialmente conocidos por su mala leche y su poca educación. Te pueden gruñir, gritar, echarte la bronca, tirarte el dinero/la comida/la bebida de malas maneras, etc. Eso si te llegan a atender, porque aquí sentarte en una terraza y pedir una cerveza puede ser misión imposible. Y cuando al fin consigues que te atiendan, espera otra media hora a que te lo traiga, eso si te lo trae, o vuélvele a llamar, espera otra media hora, vuelva y le recuerdes lo que has pedido. Y si te lo trae una hora después, milagro si te ha traído lo que pediste, si no espera otro rato, y cuando al fin tengas tu cerveza sobre la mesa, sigue las instrucciones para pagar: págale en el momento, si puedes el importe exacto y si sois varios nada de decir que os cobre por separado ¡eso jamás! que se lía. Después de estas dos horas de estrecha relación con tu camarero, jamás te regalará una sonrisa o un gesto de amabilidad.

Los trámites administrativos que tienes que hacer para cualquier cosa dependen de...de lo que le apetezca al funcionario que te toque ese día. Nadie ha hecho nunca los mismos trámites para conseguir la misma cosa. No se sabe exactamente que procedimiento vas a tener que seguir, que papeles tendrás que rellenar, a cuantos sitios distintos vas a tener que ir, ni cuanto vas a tardar. Es un misterio, ellos tampoco lo saben. Y eso siempre y cuando antes hayas esperado una cola de una hora para coger un número de turno para ir a otra ventanilla y esperar otras tres horas suplementarias para que te llegue tu turno. Además, te enfrentas a un funcionario, y eso implica que sí, te pueden gritar.

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¿En qué estrella estará mi dulce corazón?

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