Aterrizando en Irlanda, me había ido de mi país por un tiempo, al menos hasta julio. Gracias a eso, un año después puedo decir que me comunico en inglés, empiezo a hacerlo también en francés, vivo en mi propia casa, conozco nuevos lugares y personas (un montón más), lo he pasado tan bien como solía hacerlo antes (y he vuelto a tener esas resacas horrorosas), he podido dejar de pensar a ratos en todo lo que iba mal, he cumplido los terribles treinta sin darme cuenta y tengo unas amigas maravillosas a las que ese 3 de enero aún no conocía.
Además, puedo medio tachar algo de mi lista,
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