Este es mi undécimo día aquí, y como diez días de sol y calor eran muchos, está lloviendo. Bruselas me ha recibido con su mejor cara, no era para menos, la tenía por "la ciudad más fea en la que había estado", pero a las pocas horas ya me estaba sorprendiendo, con rincones bonitos y fachadas preciosas. Es ciudad de contrastes, con un edificio del 1500 frente a ti y justo detrás sobresaliendo una mole ultramoderna con ventanas de espejos. El pentágono, el centro, es chiquitito, pero fuera de sus límites hay barrios con distintas personalidades y cosas por descubrir. Y ahora que aún es verano cada fin de semana se monta una feria temática de algo, con muchas actividades para hacer y ver. Mi barrio tiene espíritu bohemio y multicultural, lo veo como una mezcla de Lavapiés, Malasaña y la Latina, con sus tiendas marroquies y chinas, las de ropa de segunda mano y vintage, las terrazas para pasar la mañana y la tarde del domingo y los bares para probar cientos de cervezas distintas.
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